El Gaviero
Los Desheredados
Omar Williams López Ovalle
Ha transcurrido ya mucho tiempo sin que Estados Unidos concrete la tan urgente reforma migratoria y brinde la oportunidad a ambos países de conjugar esfuerzos y obtener los beneficios mutuos que traería la normalización del fenómeno migratorio en el vecino país del norte.
El fenómeno migratorio es complejo. Se estiman poco más de 350 millones de cruces fronterizos por año, entre documentados e indocumentados, este flujo es una de las grandes preocupaciones que tiene Estados Unidos. Sin embargo, las diferencias políticas partidistas en aquella nación han atrasado el establecimiento de un marco legal que brinde certidumbre a los dos países en este vital tema.
La creciente comunidad de hispanos en Estados Unidos ha hecho una labor muy importante para sensibilizar a la sociedad estadounidense sobre los beneficios de una reforma migratoria humanista. Han atacado prejuicios y temores que hoy orientan a los ciudadanos norteamericanos a rechazar el reconocimiento de los derechos humanos de los migrantes.
Sin embargo, esta labor no ha sido suficiente para el establecimiento de un régimen migratorio que brinde estabilidad y siente las bases para una cooperación más rentable y productiva para nuestras economías.
Ha llegado el tiempo de que entendamos que a final de cuentas existen más coincidencias que diferencias entre ambos países en el tema migratorio y que juntos podemos hacer mucho más de lo que todos haríamos por separado y cada uno por su cuenta.
Es tiempo que los migrantes hispanos no sean vistos como una amenaza, sino como amigos y aliados; compartimos una frontera y valores como la democracia, la familia, los derechos humanos y el Estado de derecho y el anhelo de superarnos.
El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica ayudó a promover 10 años de crecimiento económico y generación de empleo, mejor pagado, en ambos países, pero ni esta alianza comercial ha sido de gran utilidad a la hora de aterrizar en el congreso norteamericano un consenso que frente la violación a derechos humanos de millones de migrantes que hoy demandan, con justicia, condiciones de respeto a sus derechos y de plena estabilidad en su permanencia en Estados Unidos.
Por tanto, es tiempo de que el gobierno mexicano exija a Estados Unidos una reforma migratoria integral que respete plenamente los derechos humanos de los migrantes y reconozca que el trabajo de los que migran a ese país, es necesario para la integración de las economías regionales.
En México hemos dado pasos muy importantes en la regulación de la migración despenalizándola y abriendo la posibilidad real de disminuir desde la esfera oficial, la violencia con la que se tratan a muchos centroamericanos.
Es importante no bajar la guardia y exigir que la reforma migratoria de Estados Unidos reconozca de facto acuerdos y tratados internacionales que esa misma nación ha impulsado y pactado con muchas otras naciones, y que promueva la cohesión social basada en el respeto pleno de las galanías y los derechos de las personas, en especial de los migrantes.
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