64 Años con
Naciones Unidas
Por Omar Williams López Ovalle
La humanidad llevamos ya 64 años con la Organización de las Naciones Unidas y pareciera que de poco ha servido este gran acuerdo entre los pueblos porque diversas regiones continúan sumidas en el subdesarrollo y en medio de conflictos bélicos. ¿Qué sería de la humanidad sin las Naciones Unidas? Quizás la pregunta y su respuesta caerán siempre en el indeterminismo absurdo, pero justo este 24 de octubre se cumplen seis décadas y un lustro de haberse creado y bien vale la pena preguntarnos qué se ha logrado.
No es sencillo hacer una evaluación como tampoco busco enumerar los objetivos alcanzados y no alcanzados por la ONU desde su creación. En primer lugar, esos objetivos han evolucionado a medida que el mundo registra cambios. Luego, en el mundo político o geopolítico en que vivimos se admite, o debería admitirse, que haya un desfase perpetuo entre los deseos emitidos por las altas instancias políticas y las duras realidades que acompañan los procesos de puesta en práctica.
Los dirigentes políticos se han pronunciado a favor de una paz duradera que se vio constantemente imposibilitada por sus propias acciones. Sería injusto medir los logros de la ONU con otro barómetro, tanto más cuanto que las Naciones Unidas son ante todo, aunque lo olvidemos a menudo, una institución política.
Desde sus comienzos, la ONU se vio entonces marcada por una ambigüedad estructural que el pasar de los años fue poniendo de manifiesto, a tal punto que actualmente se ha convertido en algo casi grotesco. No obstante ello, este aspecto de las cosas no se debe tanto a una regresión de la ONU sino al papel que las naciones más poderosas como Estados Unidos, han hecho con esta estructura internacional.
Entonces, ¿cómo juzgar a la ONU? ¿Hay que medir, como algunos lo han hecho con precisión, sus logros y fracasos en los conflictos que han marcado la segunda parte del siglo XX y el comienzo del siglo XXI? ¿Debemos, por último, tratar de pensar las otras opciones posibles para consolidar un sistema de medición objetivo y un balance de su impacto entre la convivencia internacional?
1. Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz;
2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para fortalecer la paz universal;
3. Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión;
4. Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos propósitos comunes.
No hacen falta largos discursos o análisis detallados para entender que la ONU está lejos de haber respondido a sus primeras expectativas, ni tampoco se requiere de mucha ciencia para advertir que, si bien ha sido un instrumento de paz mundial, también lo ha sido como aval de los intereses de bloques de naciones poderosas que controlan las decisiones más trascendentes del planeta.
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