lunes, 18 de junio de 2012


El Gaviero

El Dolor de ser Grande
(15 de junio Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez)

Por  Omar Williams López Ovalle

Se estima que para el año 2025, la población mundial de más de 60 años de edad alcanzará una sexta parte, es decir, uno de cada seis habitantes del planeta, será adulto mayor. Además de los retos que implica atender a la población senecta, en rubros como seguridad social, salud, bienestar, calidad de vida, por señalar solo algunos aspectos, los adultos mayores enfrentan una triste realidad como lo es el maltrato y violación sistemática a sus derechos.

El maltrato de las personas de edad puede llevar a graves lesiones físicas y tener consecuencias psicológicas a largo plazo. Los malos tratos a las personas de edad avanzada es el resultado de factores económicos, culturales, educativos, principalmente y a la ausencia de políticas públicas orientadas a generar condiciones favorables a su condición de ancianos.

El grupo de personas de la tercera edad es, con mucha frecuencia, víctima de discriminación en todos los terrenos, misma que se hace grave ante la situación de vulnerabilidad del grupo. Muchos ancianos y ancianas subsisten en una situación económica difícil, pues las pensiones de jubilación que reciben son insuficientes para darles un buen nivel de vida. Además, se les niegan servicios de salud, se les dificulta el acceso al empleo y, en caso de obtenerlo, se les da una remuneración desigual.

Los gobiernos en el mundo muestran una real preocupación por este fenómeno de envejecimiento poblacional y muestra de ello es la convencionalidad de los derechos humanos de los que las personas senectas son propietarios.

La llamada Tercera Edad es la etapa de la vida que se inicia entre los 60 y los 65 años. Todas las personas que han alcanzado esta edad tienen los mismos derechos que los demás, pero frecuentemente requieren de condiciones de carácter especial que les permitan vivir con decoro y bienestar, de preferencia en el ámbito familiar.

En ese sentido, las personas de la tercera edad tienen derecho a la seguridad social que le garantice el derecho humano a la protección de la salud, la asistencia médica, y los servicios necesarios para su bienestar, así como el otorgamiento de una pensión, previo cumplimiento de sus requisitos legales para su disfrute. Las personas de la Tercera Edad tienen derecho a recibir estas prestaciones en las instituciones en las cuales se encuentran incorporados.

Cuando la población cuenta con la cobertura de seguridad social más allá de los 60 años, se puede advertir cierto nivel de calidad de vida, pero cuando los adultos mayores no tienen acceso a este beneficio y a este derecho, entonces su calidad de vida es desastrosa.

Se estima que en México apenas una tercera parte de la población de mayores de 60 años tiene seguridad social, el resto no cuenta con ella y enfrenta serios retos para atender sus necesidades básicas como los servicios de salud.

Nuestro sistema para el retiro es un sistema que en los últimos 20 años ha probado su ineficacia porque quienes cuentan con este esquema, no han logrado ver superadas sus deficiencias económicas, por ejemplo, porque los rendimientos prometidos simplemente no existen y en gran medida las administradoras se han nutrido de una parte sustancial de esos rendimientos, dejando en el desamparo a nuestras viejitas y nuestros viejitos.

Ahora que nuestros candidata y candidatos están ofreciendo mucho, deberían tomarse muy en serio las propuestas que hacen para la población senecta y afianzar muy bien la estructuras del país para que soporten la atención de una población adulta mayor creciente y asegurarnos una mejor calidad de vida cuando estemos llegando al atardecer de nuestras vidas.

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