El Gaviero
Por Omar Williams López Ovalle
Los suicidios parecen
inevitables. Es una condición social
impuesta por el desarrollo, la industrialización, dicen unos; otros, hablan de
falta de amor y otros más dicen que son ocasionados por el comportamiento
químico equivocado de nuestro organismo.
Como quiera que sea, resulta una verdadera desgracia el hecho de que una
persona se quite la vida y más si en determinado momento pudiera evitarse.
El macabro conteo apunta ya 62
personas al día de hoy, con nombres y apellidos, familia, amigos. Pero estos 62 se suman a los 98 registrados
en el 2011 y a los 54 en el 2010 y así podemos sumarle los que se han dado año
por año, quizás porque se ha vuelto una conducta social, espero yo que no sea tolerada, espero sinceramente que aún nos
conmuevan las noticias de cada de estos casos y aprender en cabeza ajena, como
diría mi abuela.
En el país, se registran un
promedio de 5 mil suicidios cada año, una tasa muy elevada a nivel
internacional, y como en cualquier otro país del mundo, nadie sabe a ciencia
cierta la razón por la que una persona decide quitarse la vida. Hay quienes dejan recados póstumos explicando
sus razones, pero desde una perspectiva de salud pública, nadie hasta ahora ha
planteado un parámetro preciso que nos permita dirigir los esfuerzos
institucionales para erradicar el fenómeno.
No obstante, en los exámenes
periciales practicados a los cuerpos y analizando algunas características de
los autoinmolados, se pueden determinar algunos datos muy interesantes, como
por ejemplo, el que los hombres son los
que más se suicidan estableciéndose en promedio que de cada 10, ocho son
hombres y dos mujeres.
La mitad de los suicidas acusa
dificultades económicas; una quinta parte se le relaciona con discusiones
familiares; una décima parte por fracasos sentimentales y el resto otras causas
que podrían ser solo el detonador de un cúmulo de factores que inciden en la
salud mental de las personas.
La mayoría de los suicidios
ocurren en las casas de los suicidas, se estima una proporción del 80 por
ciento que elije su propio hogar como lugar para atentar contra su vida, el
resto elige la vía pública u otros lugares.
Otro dato muy interesante es
que nueve de cada 10 suicidas habita en las ciudades mientras que el otro
porcentaje vive en zonas rurales y la forma más socorrida para quitarse la vida
es por ahorcamiento; 7 de cada 10 escoge este método para acabar con su
existencia.
Aquí nuevamente el llamado a
la sociedad en general para que atendamos, unidos, esta grave enfermedad que
afecta, no solo a los propios suicidadas sino a sus familias a su entorno, la
huella que dejan es muy profunda y el daño, irreparable.
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