lunes, 11 de febrero de 2013

El Día en que dejamos de Creer en la Justicia ó Fuenteovejuna


El Gaviero

El Día en que dejamos de Creer en la Justicia ó Fuenteovejuna



Por Omar Williams López Ovalle


“En tiempos de injusticia, es peligroso llevar la razón”


Nadie podrá hacerse justicia por su propia mano. Reformado ya, el artículo 17 Constitucional, ofrece la garantía de que, toda persona tiene derecho a que se administre justicia por tribunales que estarán expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus resoluciones de manera pronta, completa e imparcial.

Sin embargo, en los hechos, lamentablemente esto no sucede debido a que nuestro sistema de impartición de justicia está dislocado, desarticulado y hoy, la realidad supera con mucho aquellos escenarios de anarquía que dieron lugar movimientos como la Revolución Mexicana.

Me quiero referir a lo que está pasando en estos momentos en el estado de Guerrero, en donde una veintena de comunidades, cansadas de ser víctimas de los grupos del crimen organizado, saqueadores de madera, secuestradores, violadores y traficantes de drogas, hacían de las suyas en esos poblados.

Cansados porque la autoridad fue rebasada por una realidad criminológica, los habitantes se armaron y establecieron retenes para impedir el tránsito de personas ajenas a esas comunidades. Palos, cuchillos machetes, escopetas hechizas y armas de calibres caseros, han servido para instaurar el orden y la seguridad. Como un pequeño Estado, se auto imparten justicia, detienen a los delincuentes, los someten a juicios populares y les propinan castigos.

De acuerdo con declaraciones del párroco de Tlapa, Mario Campos Hernández, los comuneros llevan años preparándose, organizándose para hacer frente a la creciente delincuencia que vive Guerrero y sus municipios y que, desde hace un mes iniciaron las acciones de autodefensa e impartición de justicia de tal suerte que, a la fecha llevan 54 presuntos delincuentes retenidos en La Casa de la Justicia,
lugar en donde los mantienen presos y les llevan a cada uno su expediente por los juicios populares que enfrentan por delitos como violaciones, homicidios, robos, extorsiones, secuestros, venta de narcóticos, principalmente.

Estas acciones no son producto de la casualidad, no surgieron por generación espontánea; son producto del trabajo, organización, coordinación y determinación de miles de personas que se prepararon para este momento y que ya trabajan activamente para devolver lo que el Estado Mexicano no pudo brindarles en mucho tiempo, ni a ellos ni al resto de la población: seguridad, justicia y un estado de derecho.

Lo que sucede en Guerrero ha llamado la atención de los ojos del mundo y el primer juicio popular, efectuado hace un par de semanas, acaparó importantes espacios en la prensa internacional, como la primera plana del influyente diario The Wall Street Journal, en el que fue exhibido nuestro país como un lugar en donde las instituciones de justicia son un fracaso.

Ya la Comisión Nacional de Derechos Humanos en vos de su presidente, Raúl Plasencia Villanueva se pronunció al respecto y dictó medidas cautelares para que el Gobierno del Estado de Guerrero garantice la seguridad de las personas retenidas, así como la seguridad de los habitantes de al menos 20 municipios en donde ya fue instaurada una forma de autoprotección y de justicia.

¿Estado fallido? O simplemente que ¿ya dejamos de creer en la justicia mexicana? Como quiera que sea el resultado es el mismo: pobreza, miseria, hambre, enfermedades, nulas expectativas de vida, desesperación, incredulidad, privan en grandes sectores de la población mientras que la creciente presencia de delincuentes bien organizados buscan succionar hasta la última gota de sangre a un pueblo que ha sido olvidado por sus autoridades.

Fue en 1618 cuando en Madrid, Lope de Vega publica la famosa obra de teatro Fuenteovejuna, La unidad de todo el pueblo es la base del triunfo. No hay ningún vecino que, aún bajo tortura, señale al autor directo de las muertes, es el pueblo el que se rebela y ejerce la justicia, como se puede ver a las preguntas del juez y las respuestas...

«¿Quién mató al Comendador? / Fuenteovejuna, Señor / ¿Quién es Fuenteovejuna? / Todo el pueblo, Señor». Llegan los reyes y restablecen el orden al reconocer la justicia del proceder del pueblo de Fuente Ovejuna.


Por eso no cabe duda que, en tiempos en los que priva la injusticia, resulta en extremo peligroso llevar la razón.

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