El Gaviero
Los Debates
Por Omar
Williams López Ovalle
Los debates presidenciales
sin duda fortalecen les estructuras democráticas, impulsan el desarrollo de la
democracia electoral y permiten estructurar una opinión más informada, que
trascienden a la cultura de los spots.
Cuando un debate es serio, se convierte en un mecanismo poderosísimo de
información para el ciudadano que lo presencia, permite que las posturas de los
actores políticos se socialicen y contribuye a la formación de una verdadera
opinión pública. Y tiene un impacto benéfico aún mayor cuando no sólo
circunscribe a un contexto electoral y gira sólo en torno a las plataformas
políticas de los partidos, sino cuando se discuten permanentemente los
problemas de la sociedad.
El auge de los debates va de
la mano con la aparición de la televisión y su papel como canal preferido para
transmitir información política a los ciudadanos. Hace más de medio siglo John
F. Kennedy y Richard Nixon, protagonizaron el primer debate televisado de la
historia. El entonces joven senador demócrata y el colmilludo político
republicano, vicepresidente, inauguraron una forma de competencia política que
hoy parece una novedad en nuestro país.
En los textos clásicos se
afirma que Kennedy ganó ese debate no porque hubiera planteado las mejores
ideas políticas, sino porque se adaptó mejor al lenguaje televisivo, donde la
imagen lo es todo. Los norteamericanos que pudieron escuchar el debate por la
radio, dieron el triunfo a Nixon, pero quienes lo vieron por televisión,
otorgaron sus preferencias a Kennedy.
El caso francés tuvo en 1974,
cuando la tradición se había consolidado ya en América tras el legendario
enfrentamiento entre Kennedy y Nixon. En aquella ocasión, Valéry Gircard
D'Estaing y François Mitterand se sentaron frente a frente durante 1 hora y 40
minutos en un escenario entre pomposo y lúgubre.
En México, la figura del debate se instaló
en 1994, como producto de la transición y casi exclusivamente en el contexto de la elección presidencial. Desde entonces, en cada proceso para renovar
la Presidencia de la República se han venido repitiendo esos encuentros, para
muchos acartonados, que no terminan por despertar el interés del electorado
porque hasta ahora, los participantes han evitado convertir estos encuentros en
un espacio de confrontación de los diversos diagnósticos sobre la situación y
necesidades del país, así como de las propuestas para enfrentarlas.
Es lamentable que los debates estén siendo deformados, desarticulados en su esencia, para convertirlos en un mero instrumento de estrategia electoral, de cálculo político, y no de discusión de cara al público de distintas posiciones políticas para la socialización de ideas y propuestas.
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